Un plato sencillo para celebrar la abundancia: el plato paceño
La tradicional fiesta de las miniaturas se ha convertido en una parte fundamental del calendario paceño. Los anhelos y deseos que se piden con fe mientras se ch’allan títulos, casas, autos, alacenas completas, billetes, sapos y huayrurus, unen a todos los paceños y paceñas sin importar la zona. Y a la par del aroma de los mecheros de yatiris al marcar las 12 del 24 de enero, es inevitable sentir el dulce aroma de los choclos cocidos con anís que invitan a degustar una tradición gastronómica imprescindible de esta fecha: el plato paceño.
El plato paceño comparte un origen histórico con Alasitas según diversas fuentes. La illa del Iqiqu (Ekeko) viene de tiempos pre coloniales, representaba la abundancia, y al igual que las demás illas que provenían del tiempo del incario, eran representaciones que se «guardaban con respeto para obtener las provisiones como el chuño, maíz, carne de llama, ropa, oro, plata y otros bienes para su casa y pueblo» (Choquewanca, 1993). Según el historiador Antonio Paredes Candia, se le rendía fiesta el 22 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de verano y el inicio del año agrícola, y posteriormente en la colonia, esta fiesta fue llevada al 20 de octubre coincidiendo con la conmemoración de la fundación de La Paz.
El año 1781 cuando se dieron los cercos a la ciudad de La Paz producto de la rebelión anticolonial de Tupac Katari y Bartolina Sisa, la figura del Ekeko cobra un nuevo significado según cuentan leyendas narradas por diversos estudiosos, aunque cabe destacar que el origen de la festividad se basa en mitos y leyendas ya que no se cuenta con evidencias escritas como afirma el sociólogo David Mendoza, especialista en patrimonio cultural. Este relato está basado en una leyenda de la época colonial del escritor Antonio Díaz Villamil
La joven indígena Paula Tintaya fue enviada a realizar trabajo de «mita» (empleada) a la casa del gobernador Sebastián Segurola, separándose de su amado Isidoro Choquehuanca quien se quedó labrando las tierras de Don Francisco Rojas en Laja, un hacendado español poseedor de esa «encomienda». Sin embargo, antes de separarse la joven llevó consigo una illa del Iqiqu como símbolo de bendición, , adornado con mistura de flores, amarro diminutas bolsas de alimentos, vestimenta e instrumentos de labranza.
Cuando se desataron los combates entre el ejército de la colonia y los rebeldes liderados por Tupac Katari, se llegó a cercar la ciudad de La Paz por más de tres meses en los que la población no accedió a agua ni alimento. Paula sin embargo, contaba con la provisión de su amado quien por las noches cruzaba el cerco para dotarle de maíz, tostado, k’isipiña, charqui de llama, papas, habas y quesos a ella y al ejército indígena, mientras que los españoles enfrentaban hambruna y muerte.
Cuando el Gobernador Segurola se enteró que por lástima Paula había comenzado a alimentar a su esposa que desfallecía por el hambre, aseguró la provisión para su familia mediante Paula que señalaba que conseguía los alimentos gracias a la bendición de la illa del Ekeko. Sin embargo, para aceptar a esta figura y agradecerle acorde a los cánones religiosos, Segurola tuvo que cambiarle el rostro y el Ekeko desde entonces se asemeja al encomendador Rojas, vestido y pintado al estilo español.
“Segurola, mediante una Ordenanza en 1783, dispuso el cambio de la fiesta tradicional del Ekeko de diciembre al 24 de enero, fiesta de la Virgen Nuestra Señora de La Paz, para festejar la victoria española. Desde entonces la celebración a la Virgen fue acompañada con el culto al Iqiqu y la feria de Alasita. Además el español, agradecido por los alimentos, hizo fabricar un nuevo idolillo con los rasgos de Francisco de Rojas, cargado de alimentos en sus manos y espaldas, es decir, la actual imagen del Ekeko” señala la experta Vida Tedesqui, investigadora de la Secretaría Municipal de Culturas del Municipio de La Paz.
De esta manera las papas, habas, choclos y quesos de oveja que salvaron al Gobernador y su familia, se convirtieron en un plato que paradójicamente celebra la abundancia, con una receta sencilla que podremos disfrutar en casa para recordar la esencia de esta fiesta tan especial.
Fuentes:
Choquewanca, G., 1993. El Eqaqo del Collasuyo. Senda Yungueña. La Paz
Gil, K., 2019. Alasita, Una Historia De Fe Y Tradición. [online] Amn.bo. Available at: <http://amn.bo/archivo/index.php/en/recursos-periodistas/titulares/76-scat-soc/15846-alasita-una-historia-de-fe-y-tradicion> [Accessed 24 January 2021].
Ozuna Tarifa, M., 2000. Los Periodiquitos De Alacitas En La Hemerografía Paceña. Licenciatura. UMSA.
https://repositorio.umsa.bo/bitstream/handle/123456789/13199/T%20-%20402.PDF?sequence=1&isAllowed=y