Incursión al rubro gastronómico
La Fundación Ichuri originalmente no estaba especializada en lo gastronómico, comenta su director, Carlos Huanca, pues su personal estaba compuesto principalmente por psicólogos, trabajadores sociales y nutricionistas. No obstante, viendo el potencial de la gastronomía como herramienta terapéutica, desde el 2009 la fundación halló la forma de capacitar a los y las jóvenes en este oficio.
Los y las jóvenes que pasan por su capacitación de tres meses aprenden esencialmente desde la práctica, incursionando en la gastronomía nacional, internacional, la repostería, la panadería, la chocolatería, entre otras.
Según comenta Huanca, el proyecto trabaja desde dos enfoques: el modelo de comunidad terapéutica y de competencias.
El primero busca que los y las jóvenes trabajen su bienestar emocional con grupos, terapias, estrategias, técnicas y dinámicas terapéuticas.
En cambio, el modelo de competencias, motiva a que sus participantes aprendan haciendo.
Los y las estudiantes trabajan desde las 8 de la mañana para adelante. A veces no existen horarios de cierre. “Aprovechamos lo más que se pueda para que los jóvenes tengan una base”, enfatiza Huanca. Por lo que se priorizan las cosas prácticas, como los tipos de cortes, la manipulación de alimentos, la cultura del ahorro, la administración de dinero y otras herramientas útiles para que los y las jóvenes puedan comenzar a trabajar.
El director de la fundación resalta que el objetivo principal de esta iniciativa es que los jóvenes puedan conseguir trabajo y, posteriormente, mantenerlo. “Lo que buscamos en esos tres meses es que los estabilicemos emocionalmente. A nosotros nos interesa que los jóvenes salgan de la fundación estables emocionalmente para que pueda hacer una inserción laboral”.
La Fundación Ichuri tiene alianzas con distintas empresas, por lo que una vez que el o la estudiante egresa del curso de tres meses, puede ser contratado. “La idea es que en poco tiempo mejore su calidad de vida. Tengan suficiente ingreso para un cuarto, tener algo que comer o salud. Y algo que nos interesa es que puedan tener para sus estudios”.
Examen final
El programa de formación de jóvenes en gastronomía de la Fundación Ichuri termina con un examen final. Una vez que los jóvenes terminan el curso de tres meses, dan su examen de graduación en el Hotel Calacoto ante 400 personas.
“Para nosotros es clave que den su examen de esta manera, no por el restaurant, sino que es un punto de encuentro del joven ‘rebelde’ con su familia”, explica Huanca, director de la fundación.
Este evento es pensado como parte de la acción terapéutica del mismo programa. Huanca comenta que muchos de estos jóvenes llegan a la fundación con distintas etiquetas, “que son malcriados”, “que no valen nada” o “son pandilleros”.
De pronto, estos jóvenes, luego de un proceso de formación intensiva, se ven en el Hotel Calacoto como nuevos profesionales. Uniformados, con jurados prestigiosos atendiendo a sus movimientos, 400 personas en el público. El evento tiene una subasta de cuadros de Mamani Mamani, grupos como Veneno y Jacha Mallku amenizan el evento, y un par de periodistas vienen a entrevistarlos acerca su experiencia.
“Es entonces cuando el padre o la madre y el joven, vuelven a ‘enamorarse’. De pronto dicen, ‘ese es mi hijo’, y nace un orgullo. Y el hijo dice, ‘ha venido mi familia’. Entonces es un punto de encuentro ideal”, indica Huanca. De esta manera, el joven sale restituido con mucha fuerza, capaz de comenzar a trabajar.